Gratitud: Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. Mas que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo.
Hay quienes creen que todo lo bueno que tienen lo han conseguido solos. Por orgullo, o, a veces, por simple desatención, no saben reconocer el apoyo que les dieron los demás en ese momento o circunstancia determinados. Esas son las personas desagradecidas. Aunque parezca increíble pueden llegar al extremo de criticar o incluso hacer daño a quienes lo ayudaron. A veces se cierran todas las puertas. A veces no, pues la generosidad nunca termina. Sin embargo, como no saben experimentar agradecimiento, se sienten solos, no descubren que los demás los quieren y que merecen ese cariño. Su malestar crece a cada día y los entristece. El que agradece abre las cortinas más íntimas de su ser, permite que entre el sol y proyecta hacia fuera su propia luz.
La alegría que se siente al recibir favores, se llama gratitud. Se manifiesta hacia fuera cuando decimos “gracias” con una sonrisa, cuando le hacemos saber a la persona que nos ayudó lo importante que fue para nosotros ese detalle inesperado, sin importar si fue un objeto o algún consejo. La gratitud no se reduce a una palabra ni se queda en la superficie: enriquece y transforma nuestra vida cuando mantenemos presente ese acto de afecto para con nosotros.
La gratitud es uno de los valores más apreciados y en nuestra sociedad, se ha convertido en un acto de justicia dar las gracias a quienes hacen el bien.
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